Funciona en las instalaciones del colegio El Salvador, Buenos Aires, un tradicional colegio donde el propio Jorge Bergoglio era docente en los años 1960, donde se genera este tipo de formación, con una impronta que tiene que ver con los jesuitas.
El programa académico incluye tres conceptos fundamentales, por un lado ciencias políticas, por otro lado administración pública y también, economía, éste es el marco de la formación que se le intenta dar a estos proyectos. Apunta como objetivo inmediato desterrar aquellos vicios que tiene la vieja política, recuperar la decencia en lo público, reivindicar la política como una herramienta por un lado de cambio y por otro lado de justicia social, fundamentalmente importante que la política vuelva a ser un servicio para la gente y no para servirse de la gente.
Convivir a pesar de las diferencias ideológicas, la grieta, la imposibilidad de comunicarnos con el otro cuando la ideología nos divide de la manera que ha dividido la República Argentina.
Esto está siendo dirigido por un director jesuita Rodrigo Zarazaga, reconocido profesional, doctor en ciencias políticas, con una gran trayectoria en el centro de investigaciones de la acción social para la compañía de Jesús donde hay una fuerte impronta jesuita del trabajo que se lleva adelante en este lugar.
30 alumnos accedieron el año pasado de una selección muy difícil que se hizo ante más de 420 postulantes, los alumnos son elegidos en edades que van entre los 25 y 35 años, de todas las líneas políticas, conviven gente del pro, gente de la cámpora, gente del socialismo, todos son recibidos y trabajados para la dura impronta de saber convivir, trabajar en forma conjunta, en equipo y consensuar en la actividad.
Tienen encuentros con políticos destacados, visitas a distintas villas y terminan con un viaje a la universidad de Georgetown en Washington con una especialización donde se busca la formación de líderes comunitarios que vengan con un concepto absolutamente distinto, que recuperen aquellos viejos valores de la política que lamentablemente en lo que vemos todos los días lo hemos perdido, pero sobre todas las cosas, que sean líderes que empiecen a convivir y a caminar de la mano para evitar esta grieta que en la República Argentina nos ha hecho y nos seguirá haciendo daño por mucho tiempo.
Bergoglio y los jesuitas empiezan a poner su propia impronta en lo que es la generación de la nueva dirigencia de cara a la Argentina del futuro